«… cuando los primeros rayos de sol iluminaron el horizonte, sintieron un profundo alivio. Un nuevo día los contemplaba vivos…»
-El puente del tiempo, capítulo 10: Un rey sin reino-
La vertiente norte de Gredos es un verdadero paraíso para los amantes de los deportes de montaña. Corredores, chimeneas, aristas, y cuerdas se ofrecen al buscador de emociones fuertes. Si usted no calza crampones y lo de utilizar un piolet le resulta poco atractivo, no se preocupe, rutas más sosegadas también las hay y esta tierra es rica en cultura y gastronomía.
Tomando como centro la mítica cima del Almanzor (2.592 m) un conjunto de lagunas y gargantas se suceden vertiendo la nieve acumulada de las cumbres en el Tormes. Roca granítica cubierta de líquenes, pastos de altura, y matorrales de piorno serrano son, durante buena parte del recorrido hacia el valle, los elementos predominantes del paisaje. Las famosas cabras montesas (capra pyrenaica hispanica), señorean los riscos dejándose ver con frecuencia. No están solas, águilas reales y buitres leonados observan desde las alturas.
La orientación y la altitud hacen que las cimas de Gredos mantenga un grueso manto blanco durante buena parte del invierno y la primavera. Con el deshielo, el agua baja con estruendo por las gargantas en un ciclo natural que se repite año tras año. Los arroyos siguen los valles tallados por el hielo de los glaciares que en su día cubrieron el territorio.
A medida que descendemos las piedras van dejando paso al bosque: encinas, robles, alisos, abedules y pinos cubren los valles. Vertebrando el territorio, el discurrir del Tormes es morada de exquisitas truchas. El río se encamina durante un buen trecho hacia poniente para luego, en las proximidades de la localidad de El Barco, volver a girar hacia el norte.
La trashumancia sigue presente en la zona, con la llegada de los fríos los rebaños cruzan los puertos en busca de climas más benignos en la vecina Extremadura. Cordeles y cañadas, quizá ya utilizadas por los vetones, son las vías por las que transitan los animales. Las praderas que aparecen de trecho en trecho sirven de pasto a las vacas de la reconocida raza avileña. La carne de estos ejemplares es un manjar que los amantes de la buena mesa no deben perderse.
Gredos dibuja paisajes de singular belleza, es tarea de todos conservarla.
Para saber más:
La sierra de Gredos en la Wikipedia
Web oficial del Parque Regional de la «Sierra de Gredos»